lunes, 1 de noviembre de 2010

Tres y media de la mañana.



¿Nunca os habéis parado a pensar en la jornada laboral de un estudiante?

Tres y media de la mañana. Llevo leyendo desde las once de esta mañana, en sesiones de dos horas o dos horas y media. Una hora para comer; un cuarto de hora para echarse un piti intentando mirar por la ventana sin que los obreros de enfrente me digan cosas; otro cuarto de hora. Por fín, a las seis de la tarde, cierras el libro —lo lanzas al otro extremo de la cama, como objeto odiado que es—; has quedado y malgré que lo último que te apetece es hacer una visita de cortesía y volverte a encerrar en una casa, sólo pensar que vas a bajar cuatro pisos de escaleras y andar hasta el metro te dan una energía inusitada, una alegría de vivir que habías olvidado desde hace tres días.

Tres días encerrada en casa. Tres días intentando encontrar posturas varias que te permitan alcanzar el objetivo marcado. Tres días en los que sales apenas media hora para dar una vuelta a la manzana y poco más.

¿Nunca os habéis parado a pensar en la jornada laboral de un estudiante? Es puente, día de Difuntos. Te levantas a las nueve, te duchas y desayunas, te sientas a leer. Hasta medianoche; hasta las dos de la mañana. Hoy, hasta las tres y media. Sabes cuando empiezas, pero no cuándo vas a terminar. Todo depende de la velocidad de lectura, de la concentración. El objetivo, 300 páginas por día. Trescientas páginas en francés. Trescientas páginas de razonamientos y argumentaciones alegóricas, de vocabulario intuido, de demasiada información. Trescientas páginas. Tienes que llegar a las trescientas: no tienes más tiempo. No puedes tomártelo con calma; no puedes disfrutarlo. Trescientas páginas por día. Lo que dure. Trescientas páginas. En sesiones de dos horas. Trescientas páginas. Alrededor de cincuenta, dependiendo de la concentración. Trescientas páginas. Las cuentas con el rabillo del ojo; raro es darte cuenta de que te has leído más de cinco sin darte cuenta. Trescientas páginas. Hay que cumplir el objetivo. No importa cuánto tiempo tengas que echarle. No importa el dolor de espalda por la postura, el dolor de piernas por no moverte. Trescientas páginas. Trescientas páginas por día. Cuando terminas, no te acuerdas de lo que acabas de leer.

¿Nunca os habéis parado a pensar en la jornada laboral de un estudiante? Sabes cuándo empiezas, pero no cuándo terminas. Tres días encerrada en casa. Trescientas páginas por día. Hay que cumplir el objetivo. Como sea. Trescientas páginas por día…

Tres y media de la mañana. Lo peor es que has calculado mal y aún te queda otro día más, otras doscientas cincuenta y siete páginas.

2 comentarios:

  1. Cuatro de la mañana.

    Acabo de recibir un mail de la profesora. Decir que me he equivocado de libro, ¿me haría quedar como una mártir o como una idiota sin remedio?

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  2. Iba a meterme contigo haciendo un comentario sarcástico del tipo "leer todo el día, qué pena me das", pero entonces he leído tu comentario... ¡qué rabia da eso!

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